El Señor te cubrirá con sus plumas, y vivirás seguro debajo de sus alas (Cf Salmo 91:4)
Estimados miembros de la comunidad educativa de Pureza de María,
Al concluir este curso escolar, nos sentimos honrados en presentar una conmovedora carta de uno de nuestros padres, Diego de Vicente Fuente, titulada «El Vuelo de los Pajaritos». A través de sus palabras, nos adentramos en las emociones, los recuerdos y las vivencias que marcan el paso de nuestros niños y niñas por este colegio.
La carta captura de manera entrañable la esencia de la infancia y la juventud, reflejando la importancia de cada etapa educativa y cómo estas experiencias se quedan grabadas en la memoria de padres, estudiantes y docentes. Es un testimonio del amor y la dedicación que todos ponemos en esta maravillosa obra educativa que comenzó con la visión de Madre Alberta Giménez.
Agradecemos a Diego por compartir sus pensamientos y emociones, recordándonos la belleza de ver a nuestros hijos crecer y aprender en este entorno que tanto nos inspira. Que esta carta sirva de motivación y de recuerdo del compromiso y la pasión con que afrontamos cada nuevo año escolar.
Con cariño y gratitud, feliz verano
Pureza de María Cid
Os dejamos toda la información para el CURSO 2024/25
EL VUELO DE LOS PAJARITOS El atrayente y casi terapéutico sonido de los pájaros dominan el amplio patio que envuelve, cuan maternales brazos, a los cementados edificios que dan amparo y cobijo a toda la comunidad religiosa, estudiantil y docente que puebla y habita durante los cursos escolares Pureza de María . Año tras año, con una rigurosidad rayando los principios más espartanos el colegio, y por ende los que allí cohabitan en serena armonía, se alza para seguir latiendo con una fuerza pétrea e indestructible. Es lo que tiene la infancia, la juventud recién estrenada; es lo que tiene la inocencia que ilumina sus caras, sobre todo a esa edad temprana en donde todo está aderezado de múltiples formas y colores. Muchos colores. Un curso escolar da para muchas cosas, esas cosas son vivencias que en muchos de los casos permanecen junto a nosotros para siempre, acomodadas en el baúl de nuestros recuerdos. El niño que entra por primera vez pegado a la pierna de su madre y que a la hora de entrar en el aula llora desconsoladamente mientras la ‘seño’ Rebeca lo atrae hacía sí con ternura. La de veces que habrá que tenido que realizar esa misma acción con incontables niños que por primera vez pisaron Pureza . Otra nena mira seria hacía la que parece será su ‘seño’ en los próximos tres años de Infantil . Mira con recelo y desconfiada, pero la ‘seño’ Paula que ya la ha visto llegar le esboza una tierna, cálida y sobre todo acogerá sonrisa que hace que las dudas y la desconfianza salten hechas pedazos. El primer encuentro siempre queda en el imaginero popular de los unos y los otros. Y así año tras año, y de pronto, y casi sin apenas darnos cuenta el niño, la niña da dos pasos, cambia de patio y entra, de pleno derecho, en Primaria . Y es allí donde comienzas a darte cuenta que hay cosas que empiezan a cambiar. Ya tu hijo no va tan pegado a ti, ya suelta tu mano según se va acercando al portón negro que se alza ante todos nosotros por ambos lados del colegio. Anverso y reverso, cara y cruz. Notas que se vuelve remolón cuando quieres darle un beso, que mira de reojo a izquierda y derecha por si acaso algún compañero lo está observando. Da pena, te sientes algo triste, pero percibes que todo esto va muy deprisa, excesivamente deprisa y por mucho que tu retina y tu mente inmortalicen todos esos pequeños cambios sabes fehacientemente que ya nada será igual. Tu pequeño, tu chiquitillo, tu princesa de los cuentos infantiles se está haciendo un poquito mayor. Sólo un poquito. Ayer, hace nada saliendo a la vida a través del vientre materno, bendito vientre, y ahora, en cuestión de un fugaz paso del tiempo te suelta la mano y mira de soslayo para no sentir esa vergüenza infantil por la que todos hemos pasamos. El balón bota y bota sin cesar en el patio. Los unos corren poseídos tras él, se ven emulando los goles de sus ídolos, algunos van incluso un poco más allá y se sienten parte activa del Club de sus amores. Hay otros, mi hijo Iván entre ellos, que no paran de volar de palo a palo buscando la parada imposible. Él es un auténtico guardián del gol. Su arrojo y valentía siempre me han llamado la atención. Es cierto que se lo digo poco, pero es un porterazo. Ojalá encare la vida como se enfrenta a los delanteros rivales, con decisión y arrojo. Mientras unos persiguen la pelota, otras juegan entre ellas cuchicheándose sus primeros secretillos. Tres que ríen y saltan, otras dos que se sientan y dan buena cuenta del almuerzo mientras la una le explica a la otra donde irá con sus padres el sábado. Hay una niña que llama mi atención, está apartada, sola, musitando para sí sus sueños y anhelos. No dejo de observarla, de fijarme en ella, hasta que de pronto un grupito de cinco o seis la rodean y la convidan a unirse a sus carreras y a sus juegos. De repente veo pasar ante mis ojos a mis otros dos hijos: Vega y Álex . Van hablando amenamente entre ellos. Vega sabe ejercer bien su papel de hermana mayor con el ‘peque’. Es firme y convincente y Álex tiene una viveza y una inteligencia impropias para su edad. Nada se le escapa, y cuando digo nada es nada. Sigo en el patio, alejado de las miradas de todos. No quiero sobresaltar a nadie, y mucho menos que vengan a decirme que ya van a cerrar las puertas y tengo que salir. Y los niños y niñas pasan ante mí con la misma rapidez con que pasa la vida. Raudos, febriles, algunos incluso sudorosos. ¡Cuánta fortaleza irradian!, son hercúleos, inasequibles al desaliento; son la piedra angular donde nosotros, sus padres, sus abuelos, sus educadores edificamos nuestros sueños. Infantil y Primaria , dos etapas que de momento son las cumbres que hemos horadado. Y lo hemos hecho, y lo seguimos haciendo, con nuestros hijos como guías. Y confieso abierta y sinceramente que es una aventura apasionante e ilusionante. Cada día es un nuevo reto, el más difícil todavía a la forma y manera circense. Luego vendrán Secundaria y Bachillerato , ahí la vida florece en todo su esplendor. Entran al colegio con 3 años y salen con 18. Tres lustros al maternal cobijo de la Pureza ; entran niños y niñas y salen hechos unas hombres y mujeres, hasta la voz les ha cambiado, esperemos que no los sueños, esos deben de seguir siempre cosidos a nosotros mostrándonos el camino a seguir, la ruta buena, los caminos reales. Ayer saliendo a cenar, a jugar al fútbol, a montar en bici, a seguir conquistando a tu pareja; hoy llorando como un niño cuando tus hijos han ido saliendo a la vida, cambiando pañales, anonadados cuando se irguieron por primera vez, cuando dijeron “mamá”, “papá”. Esos recuerdos son nuestros, viven en nosotros, desaparecerán sólo cuanto este viaje vital concluya. Y el curso escolar que en nada volverá a echar a andar. Los retos están ahí. ¡A por ellos campeones y campeonas! Las aulas, ahora yacentes y silenciosas, se tornarán bulliciosas y con una desbordante y contagiosa avidez por saber y saber. La cultura y el conocimiento alzados en pos de un propósito formativo y educativo. Queda lejos en el tiempo los primigenios inicios de esta obra, magna y diferencial, llamada Pureza . La Madre Alberta Giménez no creo que llegara a tener conciencia exacta de lo que hizo. Primero soñó, luego siguió soñando y un poquitín más tarde alzó su lápiz y plasmó sobre una blanca cuartilla todo su ideario. Y de resultas de todo aquello hoy tenemos esto. ¿Y qué es esto? esto es la constatación fiel de que los sueños pueden hacerse realidad, que tan solo hay que creer en ellos, y aunque alguna que otra vez tropecemos y nos caigamos levantarse es obligado. El patio, las aulas, la capilla, secretaria, administración, sala de profesores, el habitáculo del Ampa, todo está en recogido y casi monacal silencio. Tan sólo en la última de las plantas del edificio principal hay leves murmullos. Son ellas, las hermanas, esas que han continuado con la Obra de la Madre Alberta . Son silenciosas, serenas, incluso itinerantes. Hoy las ves y ya concluido el curso han ido a otras ciudades, a otros colegios. Siempre nos quedarán su impronta y sus apacibles sonrisas. Iván , Vega y Álex seguirán creciendo y educándose al amparo y al cobijo de la Pureza . Seguirán sumando y restando, aprenderán a visualizar el ‘conocimiento del medio’, sabrán quienes fueron los grandes del Siglo de Oro de nuestra literatura, y también los Clásicos, y los parnasianistas, sí, sí, esos que no paraban de fumar sustancias prohibidas y beber absenta; y puede que alguno de ellos adore casi apasionadamente, como lo hace su padre, la ‘Oda a la inmortalidad’ de William Wordsworth . Ellos seguirán creciendo asidos a la vida y por ende a la Pureza de María . La obra aún no está conclusa, queda todo un maravilloso mundo por descubrir. ¡A por él chiquitillos! DIEGO DE VICENTE FUENTE